Run Xin Zhou gira y cambia: «Si no et mostres, no existeixes»

Me cito con Run Xin Zhou después de que salga de la facultad de Bellas Artes de la Universitat Politècnica de València. Le pido que me enseñe sus últimas obras: está trabajando en varias piezas en las que ha escrito, en braille, las palabras «gira» y «cambia». En algunas de sus cartas, hay series infinitas que combinan ambas palabras. En un sobre, sobre cinta adhesiva, leo: «Si no et mostres, no existeixes».

«Representa la deconstrucción, salir de tu zona de confort y dar vueltas y vueltas. Porque la vida gira así, gira y cambia y nunca sabes qué te va a pasar», reflexiona. Sus padres, décadas antes, giraron. Empezaron el círculo. Desde Wenzhou, su madre aterrizó en Europa, donde hizo todo un Interrail antes de decidir asentarse en España. Junto a su marido, regentó un restaurante, donde, a los 9 años, Run sacaba bebidas o llevaba cartas a los clientes; después una tienda de zapatos; y hoy, una tienda de ropa. Run desconoce los detalles de la historia migratoria de sus padres porque estos apenan la mencionan. «Eran muy pobres, y para ellos es un trauma hablar de ello», explica.

En cierto modo, Run quiere cerrar el círculo yendo a China. Nació en Orihuela, Alicante, y solo ha ido a la tierra de sus padres una vez, a los tres años. A medida que se hacía mayor, aumentaban sus ganas de volver, pero las circunstancias económicas nunca fueron las propicias. Este año, estuvo planeando el viaje con su hermana mayor, Run Min, pero finalmente los estudios le impidieron ir. Hasta esta entrevista, Run solo había hablado de la experiencia de ser china en España con ella.

Cuando era pequeña, Run odiaba ser china. A día de hoy, aún nota que la miran; aún recibe insultos, aún es observada por la calle. Siente que es juzgada, y nunca sabe si es porque es china o por otra razón. Nunca está segura de si va a caer bien a los padres de sus parejas porque piensa en la posibilidad de que sean racistas y la desprecien. «He recibido todos los comentarios despectivos posibles», afirma. «Al principio, me los tomaba bien porque estaba normalizado».

Run está en pleno proceso identitario de aceptación. Ahora, le gusta ser Run. Le gusta su nombre. Le gusta su cara. Le gusta su altura. Piensa que las raíces son importantes, pero la identidad no: «Soy esto y mañana soy lo otro. No me clasifico. No me siento ni española, ni valenciana, ni alicantina ni torrevejense. A veces me siento china, pero no me limito a eso. Soy española, pero no me limito a eso. En mi mente solo soy yo».

La identidad no es fija, limitada. Fluye.

Run ha decidido mostrarse y existir.

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