«¿Ha pesado más la homofobia o el racismo?», pregunto. Tras unos segundos de silencio, tiene clara la respuesta. «Soy chine, racializade asiátique, antes que cualquier cosa«, afirma contundentemente, porque «la propia comunidad disidente sexual es racista«.
Sus padres odian su nombre artístico Putochinomaricón, con el que ha sacado dos discos y con el que se le conoce en las redes sociales, donde es influencer y activista antirracista. También es el nombre con el que le han insultado durante muchos años, tanto en la calle como en la escuela, signo de que ha vivido en una sociedad racista y homófoba.
«Mis padres todavía están a la espera de que cambie mi nombre, pero finalmente lo comprendieron», explica Chenta Tsai, que nació en Taiwán y llegó a España con once meses. Una vez, su padre arrancó el coche y empezó a sonar Tu puta vida nos da un poco igual. «Es mi canción favorita, la pongo para desahogarme», le dijo, ante la sorpresa de su hijo, que desconocía que él escuchara su música.
¿Tendrán los padres de Putochinomaricón la misma opinión que su hijo acerca de la migración? “Viendo a mis padres sí que me pongo triste. Siento que han sido estafados por el sueño europeo. Ahora los veo atrapados”, se lamenta Chenta, asegurando que es la realidad de muchos padres migrantes.
El joven, también arquitecto y violinista profesional, hace dos años que entró en la industria del entretenimiento por la puerta grande, y está convencido de la existencia del techo ‘de bambú’, que de modo similar al techo de cristal en el caso de las mujeres, es un concepto que describe la dificultad de acceso a ciertos espacios de personas racializadas asiáticas: «Lo que ocurre ahora es lo que ocurría en los anuncios de United Colors of Beneton en los años 90, cuando buscaban a personas racializadas para promocionar su ropa. Les visibiliza pero no se les escucha. Nos vacía de contenido, un poco como Rosalía con el reggaetón y el flamenco; blanquea nuestro discurso, y se queda con nuestra carcasa”.
«A nuestra generación nos va a tocar esto. Este cuestionamiento de si nos están utilizando, de si me buscan porque les gusta lo que hago, o porque soy persona racializada y disidente sexual y me están instrumentalizando», advierte Chenta.
«Pero estamos en una posición en la que desgraciadamente aún servimos a nuestro amo, a los blancos. Espero ver que esto cambia antes de morir, que se rompa el techo de bambú”, desea.
Chenta es a día de hoy una de las figuras más destacas del activismo antirracista. Sus experiencias personales son y siguen siendo la base de la que su discurso parte: «Mi primera relación tenía un yellowfever de la hostia, y eso me incomodaba muchísimo».
«Salen contigo por el mero hecho de ser asiático», explica Chenta en referencia a las personas con fetiches o preferencias por tener relaciones sexuales o amorosas con personas racializadas asiáticas. «Me da muchísimo miedo. Eres desechable, eres intercambiable. Yo para él no era nada más que un objeto. Podía haber sido yo, podía haber sido otra persona», expresa, respecto a la indiferencia de su ex novio por con qué persona asiática salía.